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Neurología: reconocimiento cara a cara
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El cerebro humano recuerda mejor las caras después de un encuentro personal que mirando fotos o vídeos, según descubrimientos de neurocientíficos de la Universidad Friedrich Schiller de Jena.
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En el número actual de la revista Journal of Neuroscience, el equipo de investigación dirigido por el profesor Gyula Kovács y el Dr. Géza Gergely Ambrus ha publicado datos de EEG que demuestran que la familiaridad de una cara se ancla con mayor fuerza en el cerebro del observador si la cara se ve en persona.
Reconocer y recordar caras ha sido esencial para la supervivencia de los seres humanos desde la aparición de nuestra especie. Cuando somos bebés, ya reconocemos a individuos familiares y vamos conociendo a más personas a lo largo de nuestra vida. Reconocer a nuestros parientes, saber quién nos quiere y quién no: estas habilidades nos ayudan en nuestras relaciones personales y fortalecen el tejido social, hoy como en el pasado. Un adulto habrá llegado a conocer una media de 5.000 caras y será capaz de distinguirlas de los individuos desconocidos.
"A pesar de las intensas investigaciones, todavía sabemos poco sobre cómo se desarrollan las representaciones neuronales en el cerebro cuando alguien nos resulta familiar", dice Kovács. Para entender mejor estos procesos, el neurocientífico y su equipo realizaron experimentos de EEG para el estudio actual. Dividieron a los participantes en tres grupos. A un grupo se le mostraron fotografías de celebridades desconocidas para los participantes. El segundo grupo vio un programa de televisión con actores que no conocían. El tercer grupo habló en persona con dos miembros del laboratorio. Los investigadores registraron la actividad cerebral de los participantes mientras miraban las fotos de los famosos, veían a los actores en la televisión o interactuaban con los miembros del laboratorio.
Los estudios de EEG proporcionaron pistas importantes sobre cómo cambian las representaciones en el cerebro cuando llegamos a conocer una cara. Después de sólo unos 400 milisegundos -menos de medio segundo- hay una actividad cerebral medible en la corteza temporal derecha, señal de que las caras se perciben como "familiares". Sin embargo, el grado de familiaridad (la amplitud de la señal) dependía del modo en que los participantes aprendían las caras. Se observaba con especial intensidad después de los contactos personales, más débil tras el programa de televisión, y no se podía medir después de que los participantes hubieran mirado fotos.
"Cuando vemos la cara de una persona, solemos saber inmediatamente si la hemos visto antes o no", dice Kovács, explicando los resultados. "Nuestros experimentos muestran que esta sensación de familiaridad se imprime de forma especialmente fuerte y duradera tras los encuentros personales" Los investigadores concluyen, por tanto, que si queremos conocernos de verdad, tenemos que conocernos en persona.