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Los investigadores coinciden en la posible causa de las náuseas matutinas graves
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Dos grupos apuntan a una proteína como desencadenante de los vómitos y náuseas del embarazo
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Después de que las náuseas paralizantes y los vómitos intratables le hicieran perder el bebé que esperaba en 1999, Marlena Fejzo decidió utilizar sus conocimientos profesionales para comprender su tragedia personal. Como genetista de la Universidad de California en Los Ángeles, Fejzo empezó a investigar la hiperémesis gravídica (HG), una forma extrema de las "náuseas matutinas" que afectan a la mayoría de las mujeres embarazadas. Esta enfermedad poco estudiada, que pone en peligro la salud de la madre y el feto con la deshidratación y la desnutrición, hospitaliza al menos a 60.000 mujeres estadounidenses al año.
Ahora, dos estudios, uno de ellos dirigido por Fejzo, sugieren que el exceso de una proteína sanguínea, el factor de diferenciación del crecimiento 15 (GDF15), es una de las causas de la HG, y quizás de otros casos de náuseas y vómitos en el embarazo. El hallazgo "da por fin algunas respuestas... y valida lo que las mujeres han estado experimentando", dice Caitlin Dean, una enfermera del Reino Unido que se convirtió en presidenta de un grupo de defensa de los pacientes después de soportar vómitos y náuseas implacables cuando estaba embarazada varias veces. En el pasado, algunos médicos afirmaban que las mujeres exageraban sus síntomas, e incluso hoy en día, las mujeres con hiperémesis afirman que el personal médico pasa por alto la gravedad de sus síntomas como una parte rutinaria del embarazo.
Dean, que ahora estudia la hiperemesis en el marco de un programa de doctorado en la Universidad de Plymouth (Reino Unido), considera que el descubrimiento del GDF15 es "un avance increíblemente emocionante" que demuestra que la hiperemesis es un trastorno físico, no psicológico. El hallazgo "también apunta a una posible intervención terapéutica", afirma el bioquímico Stephen O'Rahilly, de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), que dirigió el segundo estudio, que puso de manifiesto el GDF15 de forma independiente.
Incapaces de retener alimentos y líquidos a partir de las cuatro semanas de embarazo, las mujeres con HG pueden perder más del 5% de su peso corporal normal. Sufren desequilibrios electrolíticos, deficiencias vitamínicas y otros síntomas de inanición que pueden provocar una disfunción de la coagulación sanguínea y atrofia cerebral. Los vómitos violentos pueden producir complicaciones como la rotura del esófago y el desprendimiento de retina. Los síntomas alcanzan su punto álgido en torno a las 9 semanas de gestación, pero pueden persistir hasta el nacimiento. La experiencia traumática puede llevar a las mujeres a interrumpir el embarazo o decidir no tener más hijos.
Algunos estudios han implicado a los estrógenos y las hormonas del embarazo en la HG. Fejzo, cuya investigación inicial se centró en la genética del cáncer, ha ido construyendo poco a poco un caso en el que los genes desempeñan un papel en la enfermedad. En 2007, convenció a la empresa de pruebas genéticas para consumidores 23andMe para que incorporara preguntas sobre las enfermedades del embarazo en sus encuestas, lo que les permitió a ella y a sus colegas escanear los genomas de miles de clientes de la empresa en busca de variaciones del ADN asociadas a la hiperémesis.
Esta colaboración ha dado sus frutos. Esta semana, el equipo de Fejzo publica en Nature Communications dos estudios de asociación del genoma completo. Uno de ellos compara los genomas de 1.306 mujeres que recibieron terapia de fluidos por vía intravenosa para las náuseas y los vómitos durante el embarazo -un indicador de la hiperemesis- con los de 15.756 que no presentaron náuseas ni vómitos durante el embarazo. Destacaron dos variantes, la más significativa asociada al gen del GDF15 y la segunda al gen de una proteína llamada IGFBP7. Estudios anteriores en animales sugieren que ambas moléculas influyen en el desarrollo de la placenta y el apetito.
En el segundo análisis, el equipo examinó los genomas de las mujeres embarazadas que presentaban un gradiente de síntomas de náuseas y vómitos, desde ninguno hasta muy grave. Destacaron las mismas variantes de ADN. Por último, Fejzo confirmó los resultados en una cohorte de cientos de mujeres con hiperémesis que requirieron terapia de fluidos intravenosos o una sonda de alimentación. Los escaneos del genoma no implicaron al estrógeno u otras hormonas. El estudio de Fejzo muestra "muy claramente que la variación genética cercana a GDF15 es la señal genética única y más fuerte para la hiperémesis", dice O'Rahilly.
El año pasado, el equipo de O'Rahilly informó en una preimpresión de que las mujeres que declararon vómitos durante el segundo trimestre tenían más GDF15 en la sangre entre las semanas 12 y 18 de gestación que las que declararon no tener náuseas ni vómitos o sólo sentir náuseas. Este hallazgo, sugiere, relaciona el GDF15 con las náuseas más típicas del embarazo, y quizás también con la HG.
El vínculo molecular tiene sentido para Samuel Breit, inmunólogo y médico del Hospital St. Su equipo ya había descubierto que los pacientes de cáncer con un síndrome anoréxico y de pérdida de masa muscular llamado caquexia también tienen niveles elevados de GDF15 en la sangre. Estos pacientes también experimentan náuseas persistentes y vómitos extremos. El año pasado, otro grupo descubrió que eliminar el receptor de GDF15 en el cerebro hacía que los ratones fueran resistentes a las náuseas inducidas por la quimioterapia.
Estos indicios han despertado el interés por bloquear las acciones de GDF15 con fines terapéuticos, afirma O'Rahilly. Fejzo y otros investigadores advierten que es demasiado pronto para considerar la posibilidad de probar esta estrategia en mujeres embarazadas, dado lo poco que se sabe sobre el papel de la proteína en el embarazo. La reducción de los niveles séricos de GDF15 se asocia con el aborto espontáneo, por lo que la molécula podría conferir algún efecto protector, tal vez evitando que la madre consuma alimentos potencialmente tóxicos. Pero Dean es optimista. "Al menos ahora hay esperanza para el futuro", dice.