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Investigadores de Asuntos de Veteranos de los sistemas sanitarios VA Bedford y VA Boston, en Massachusetts, han desarrollado una técnica óptica no invasiva para ayudar a detectar la enfermedad de Alzheimer. La nueva técnica utiliza la espectroscopia -que mide cómo se dispersa y absorbe la luz al atravesar la materia- para identificar cambios estructurales en el cerebro.
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Según los investigadores, este método de escaneo podría convertirse en un método sencillo y totalmente no invasivo de detección precoz del Alzheimer, y también tiene potencial como forma de evaluar la eficacia del tratamiento.
"Esta tecnología es importante porque sondea las estructuras bioquímicas y celulares del cerebro de forma no invasiva con una técnica poco costosa y que podría generalizarse", explica el Dr. Eugene Hanlon, del VA Bedford Healthcare System, autor correspondiente del artículo. "Y lo que es más importante, proporciona información útil sobre las personas con deterioro cognitivo leve"
Los resultados aparecen en la revista Journal of Alzheimer's Disease.
Aunque detectar la enfermedad de Alzheimer en un paciente vivo es difícil, la tecnología de imagen ha avanzado hacia este objetivo en los últimos años. La tomografía por emisión de positrones (PET) y la resonancia magnética (MRI) permiten obtener imágenes de alta resolución de las características del cerebro. Estas exploraciones pueden mostrar cambios estructurales relacionados con el Alzheimer, como fibras retorcidas dentro de las células cerebrales y placas amiloides (proteínas mal plegadas que se acumulan entre las células cerebrales). También pueden detectar rasgos dinámicos, como la forma en que las células cerebrales utilizan la glucosa.
Sin embargo, las exploraciones de imagen como la PET y la IRM son caras, exigentes desde el punto de vista técnico y contribuyen poco a la detección precoz. Los investigadores del VA han desarrollado una nueva técnica que utiliza la luz para captar información química y estructural del tejido cerebral. La tecnología funciona colocando dos sondas de fibra óptica en la superficie de la sien del paciente. Una de las sondas emite luz infrarroja cercana de forma no invasiva e inofensiva en el cerebro del paciente. La otra sonda recoge la luz que se dispersa.
Según los investigadores, la luz infrarroja cercana -luz justo en el límite de la región infrarroja del espectro electromagnético- es especialmente útil para examinar el cerebro. Puede penetrar profundamente en el tejido porque la luz sólo se absorbe débilmente. Esto permite sondear zonas del cerebro.
La espectroscopia funciona midiendo cómo se mueve la luz a través de la materia y cómo rebota en ella. Diferentes sustancias bloquean la energía de la luz en diferentes grados, haciendo que la luz sea absorbida o dispersada. La luz se ve afectada en diferentes longitudes de onda de energía dependiendo de la materia con la que interactúa. Estos efectos se miden comparando la luz de la fibra óptica fuente con la luz recogida por la fibra detectora. La luz detectada difiere de la luz inicial debido a las interacciones con el tejido cerebral.
En colaboración con el Centro de la Enfermedad de Alzheimer de la Universidad de Boston, los investigadores demostraron previamente la utilidad de esta tecnología utilizando muestras cerebrales de autopsias de voluntarios fallecidos. La espectroscopia de infrarrojo cercano fue capaz de distinguir los cerebros con Alzheimer de los que no lo tenían. Al comparar la refracción de la luz del tejido sano con la de los cerebros enfermos, los investigadores identificaron las características de refracción del tejido afectado por la enfermedad de Alzheimer.
En el nuevo estudio, los investigadores aplicaron esta técnica a tres grupos de voluntarios vivos: controles sanos, pacientes con deterioro cognitivo leve y pacientes en fase avanzada a los que se les había confirmado el diagnóstico de Alzheimer mediante autopsia después de su muerte.
Diseñaron un algoritmo informático para identificar patrones en los datos de la espectroscopia. Mediante este análisis, los investigadores identificaron dos características espectrales que señalaban la diferencia entre los pacientes con enfermedad de Alzheimer en fase avanzada y los controles con función cerebral normal. Un pequeño ajuste de esas dos características permitió a los investigadores clasificar de forma útil a los pacientes con deterioro cognitivo leve según el grado de deterioro. Los investigadores explican que una de las características espectrales podría ser significativa para identificar el inicio de la enfermedad en una fase temprana, mientras que la otra podría ser más significativa en una fase posterior de la progresión del Alzheimer. Estos resultados plantean la posibilidad de que el método pueda detectar la enfermedad de Alzheimer en una fase temprana, dicen los investigadores.