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Investigadores de la Universidad Queen Mary de Londres han creado un kit de pruebas de COVID de bajo coste y portátil, destinado a ser utilizado en regiones remotas y con pocos recursos del mundo.
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Describen el método como un laboratorio en una mochila, que utiliza un disco duro de ordenador reciclado como centrifugadora. El ensayo se basa en la amplificación isotérmica mediada por bucle (LAMP) en lugar de la PCR, y su producción sólo cuesta 51 dólares. El uso de un ensayo LAMP significa que la prueba no requiere ciclos térmicos, a diferencia de la PCR, lo que significa que el equipo necesario es mucho más sencillo.
La pandemia continúa, y con la alta transmisibilidad de la variante Omicron muchas más personas contraerán la COVID-19. Los servicios de pruebas se han llevado al límite en los países desarrollados, pero ¿qué ocurre en las regiones remotas y con pocos recursos? En muchos de estos lugares, es muy difícil acceder a una prueba de COVID, en particular a las pruebas de PCR de referencia que suelen requerir equipos de laboratorio voluminosos y costosos. Esto hace casi imposible seguir la propagación del virus y aplicar medidas básicas de salud pública para frenar la transmisión.
Para hacer frente a esta situación, los investigadores están desarrollando opciones de pruebas portátiles y de bajo coste que pueden ofrecer una alta sensibilidad y precisión. Esta última tecnología de pruebas se basa en un ensayo LAMP, que requiere un paso de incubación a una sola temperatura alta, en lugar de los repetidos ciclos de temperatura necesarios para amplificar el ADN viral en un ensayo PCR convencional. Esto significa que el equipo necesario es menos complejo, más pequeño y más barato.
Otra ventaja del método LAMP es que funciona con muestras de saliva, en lugar de los invasivos hisopos nasales que requiere la PCR. Los investigadores hicieron gala de cierto ingenio en el equipo barato que utilizaron, y emplearon componentes informáticos reciclados para crear una pequeña centrifugadora con la que realizar el ensayo LAMP.
"Estamos entusiasmados por el potencial de este laboratorio móvil para hacer pruebas de COVID-19 y por la posibilidad de democratizar el acceso a una tecnología de pruebas barata. Esto es posible gracias a nuestra filosofía de crear instrumentos de bajo coste siempre que sea posible a partir de los avances de la electrónica o de instrumentos ya existentes", dijo Stoyan Smoukov, uno de los desarrolladores del nuevo kit de pruebas. "La reutilización es una opción de gran valor para la sostenibilidad energética y de los materiales, y nos alegramos de que, en lugar de exportar residuos electrónicos a los países en desarrollo, podamos exportar formas de potenciar a las personas y convertir los discos duros de ordenador de desecho en una centrifugadora". La prueba COVID-19 es una aplicación oportuna, pero también creemos que con este kit CentriDrive la gente podría realizar una gran variedad de pruebas rutinarias de sangre y orina, proporcionando una centrífuga lejos de las instalaciones centrales de los hospitales."