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La pandemia de COVID-19 ha provocado un aumento mundial de productos sanitarios y consumibles médicos: la demanda de mascarillas, guantes, ropa de protección y otros equipos de protección personal se ha disparado como consecuencia de ello. Esto también se aplica a las pruebas rápidas, los reactivos, los equipos y los suministros de laboratorio. Pero todo esto ha desencadenado un sinfín de problemas.
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Al principio de la pandemia de coronavirus, las mascarillas y los equipos de protección eran difíciles de conseguir, ya que nadie estaba totalmente preparado para el virus altamente contagioso SARS-CoV-2. En los hospitales, los empleados se veían obligados a utilizar artículos desechables como las mascarillas KN 95 más de una vez para garantizar al menos un nivel mínimo de protección. Al mismo tiempo, los centros de investigación probaban formas de limpiar y procesar las mascarillas sin arruinar su efecto protector.
En la actualidad, disponemos de un stock adecuado de equipos de protección individual porque la producción mundial se ha incrementado para satisfacer la creciente demanda. En muchos países, la población en general tiene ahora fácil acceso tanto a las mascarillas quirúrgicas como a las más eficaces KN 95. Ante todos estos avances sin precedentes, debemos preguntarnos: ¿Qué debemos hacer con los residuos causados por el COVID-19?
Residuos relacionados con la pandemia
Las mascarillas desechadas no suelen llegar a la basura y acaban en la calle o en zonas verdes. COVID-19 ha tenido efectos medioambientales, sobre todo por el aumento de los residuos plásticos relacionados con la pandemia. Joana Correia Prata, de la Universidad portuguesa de Aveiro, estudia el tema: "Nuestro grupo de investigación ha calculado que en un año, el uso de mascarillas desechables por parte del público, excluyendo los entornos sanitarios, genera 3,5 millones de toneladas métricas de residuos plásticos adicionales"
Los residuos de plástico también acaban en nuestros océanos, causando daños a la vida marina. Un estudio de la Universidad Estatal de Arizona en la revista PNAS utiliza un modelo para cuantificar el impacto y estima que "se han generado 8,4 ± 1,4 millones de toneladas de residuos plásticos asociados a la pandemia en 193 países hasta el 23 de agosto de 2021, con 25,9 ± 3,8 mil toneladas liberadas en el océano global."
Para controlar este problema, también el sector sanitario debe encontrar formas de reducir los residuos generados por productos desechables como mascarillas y guantes. En este contexto, debemos considerar en primer lugar métodos de eliminación seguros, aunque éstos sólo pueden aplicarse fuera del ámbito médico si los respectivos productos pueden recogerse de forma eficiente en el ámbito público. Las soluciones podrían incluir puntos centrales de recogida como los de las pilas domésticas y los aparatos electrónicos.
Esto también está relacionado con los procesos de reciclaje adecuados. Los residuos médicos suelen incinerarse para evitar posibles riesgos para la salud. Por desgracia, esto también destruye las materias primas de los artículos que podrían reutilizarse. El Instituto Fraunhofer de Tecnología Medioambiental, Seguridad y Energía UMSICHT ha desarrollado un innovador proceso de reciclaje de mascarillas usadas que también neutraliza el material peligroso: "Utilizamos la pirólisis para convertir las máscaras en aceite. Esto significa que convertimos las máscaras termoquímicamente a unos 650 grados centígrados en ausencia de oxígeno. Este proceso produce -entre otras cosas- aceite de pirólisis", explica el Dr. Alexander Hofmann en una entrevista con MEDICA-tradefair.com. El aceite de pirólisis recuperado puede utilizarse posteriormente como materia prima para fabricar nuevos plásticos.
Inspiración en la pandemia de COVID-19
La pandemia debería hacernos replantear la gestión de los equipos médicos desechables. Las interrupciones de la cadena de suministro al inicio de la pandemia nos han demostrado que debemos estar mejor preparados para futuras emergencias sanitarias mundiales, pero estos esfuerzos no deben empeorar los problemas existentes, como la contaminación ambiental, que puede causar problemas de salud añadidos a la población de todo el mundo. Al fin y al cabo, los microplásticos, los residuos y las sustancias nocivas que acaban en nuestros océanos acabarán llegando a nuestros platos.
Pero la contaminación ambiental va más allá de los peligros para la salud. Los futuros productos médicos desechables también deben hacer hincapié en la gestión sostenible de los recursos, incluso en lo que respecta a los productos más complejos que se componen de múltiples materiales, como los catéteres desechables. Aunque la recuperación de recursos a través del reciclaje es una gran práctica, sería aún mejor si los procesos de fabricación utilizaran bioplásticos hechos de fuentes renovables desde el principio.
Independientemente de cuándo y cómo termine la actual pandemia, podría inspirar una era de consumo más sostenible en la tecnología médica en todo el mundo.