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¿Puede una ciudad convertirse en un LABORATORIO VIVO?
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En los últimos siglos, la rápida aceleración de la urbanización ha hecho que hoy más de la mitad de la población mundial viva en una ciudad. Además, se prevé que ese porcentaje aumente a más de dos tercios en 2050, lo que significa que las ciudades se convertirán en el lugar donde vive y trabaja una mayoría significativa de seres humanos.
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Pero además de desplazar al campo como principal hábitat humano, las ciudades también podrían ofrecernos una oportunidad sin precedentes para aprender más sobre nosotros mismos, nuestros hábitos y cómo éstos pueden adaptarse para optimizar la eficiencia. En este papel de laboratorio viviente, las ciudades no sólo pueden mejorar nuestra calidad de vida, sino también reducir nuestro impacto perjudicial sobre el planeta y la flora y la fauna con la que lo compartimos. Alnama, una ciudad inteligente de Arabia Saudí, puede ser el prototipo a seguir por otras metrópolis. La experiencia emiratí
Alnama es una comunidad planificada de 10 km2 que aspira a convertirse en un destino inteligente con cero emisiones de carbono en un futuro próximo. Ideada por la promotora URB, con sede en Dubai, la ciudad albergará diferentes zonas (residenciales, comerciales, médicas, educativas y turísticas), cada una de las cuales formará parte del llamado experimento de laboratorio viviente.
La tecnología inteligente, plasmada en la implantación del Internet de las cosas (IoT) y la inteligencia artificial (AI), regirá todos los aspectos del funcionamiento diario de Alnama. Se espera que esto no solo beneficie a los propios habitantes de la ciudad, sino que ayude a tomar decisiones que podrían tener repercusiones de mucho mayor alcance en el futuro.
Vida inteligente
Para hacer realidad su visión, URB ha integrado una amplia gama de soluciones inteligentes en la infraestructura subyacente de la ciudad. Por ejemplo, la electricidad funcionará a partir de una red inteligente bidireccional alimentada por energía renovable, con la capacidad de enviar energía de ida y vuelta entre el consumidor y el proveedor.
Los sistemas de agua se optimizarán para minimizar el consumo y habrá estaciones de recarga de vehículos eléctricos por toda la ciudad. A nivel individual, cada edificio estará equipado con una gran cantidad de sensores que podrán medir la humedad, el movimiento, la temperatura y el riesgo de incendio, para ajustar automáticamente las condiciones según la hora del día y el número de ocupantes.
Aprender para el futuro
Además de contribuir a dar a los habitantes de Alnama la mejor calidad de vida posible, la ciudad servirá también de laboratorio viviente que recogerá continuamente datos y los analizará para mejorar las acciones futuras. Al igual que un laboratorio inteligente tiene integradas todas sus operaciones e infraestructuras, también lo será el de Alnama, hasta el más mínimo nivel.
A largo plazo, esto puede ayudar a reconocer patrones en el consumo de recursos y la demanda de servicios, permitiendo a la IA crear plantillas predictivas de lo que puede ocurrir en el futuro. Mientras tanto, también se convertirá en un hervidero de innovación que permitirá a los responsables políticos progresistas probar nuevos proyectos piloto y evaluar los comentarios de los usuarios para hacerlos más funcionales en el futuro.