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Un estudio identifica cómo el VIH sigiloso evade los fármacos y la inmunidad
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Una respuesta inmunitaria que probablemente evolucionó para ayudar a combatir las infecciones parece ser el mecanismo que hace que el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) entre en estado latente, acechando en las células sólo para brotar de nuevo, informan investigadores de Duke Health.
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El equipo de investigación, que se publica el 14 de noviembre en la revista Nature Microbiology, aporta nuevos conocimientos sobre el enojoso proceso que hace que el VIH sea especialmente sigiloso, pero que también podría desempeñar un papel en otras infecciones víricas.
"El VIH ha demostrado ser incurable debido a que existe un pequeño número de células T infectadas por el VIH de forma latente que no se ven afectadas ni por los medicamentos antivirales ni por la respuesta inmunitaria", afirma el autor principal, el doctor Bryan R. Cullen, profesor del Departamento de Genética Molecular y Microbiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke.
"Estas células, que son muy longevas, pueden salir espontáneamente de la latencia y empezar a producir el VIH incluso años después de la infección, lo que hace necesario el uso de antirretrovirales de por vida", dijo Cullen. "El origen de estas células infectadas de forma latente ha permanecido desconocido a pesar de los considerables esfuerzos realizados"
Los descubrimientos de Cullen y sus colegas ofrecen una visión importante, apuntando a un complejo de proteínas llamado SMC5/6, que participa en la función y reparación de los cromosomas de la célula huésped.
El VIH entra en el organismo, infecta las células T CD4+ del sistema inmunitario y, a continuación, fabrica una molécula de ADN de longitud genómica que integra en el cromosoma de una célula huésped, donde se copia para generar ARN y proteínas virales.
Si se impide que este llamado provirus de ADN se integre en el ADN de la célula huésped, por ejemplo, mediante un fármaco que bloquee este proceso, entonces no consigue fabricar ningún ARN ni proteína viral y se vuelve inerte. Por el contrario, los provirus de ADN que son capaces de integrarse suelen ser capaces de provocar una infección productiva por el VIH.
Cullen y su equipo descubrieron que en un pequeño número de células infectadas, el complejo proteico SMC5/6 inicia un proceso que silencia el provirus de ADN antes de que se integre en un cromosoma de la célula huésped. Estos provirus permanecen inertes incluso después de la integración y dan lugar a infecciones latentes, que permanecen bajas hasta que se les incita a estallar en una infección activa.
"Nuestra investigación sugiere que la latencia no se debe a ninguna propiedad intrínseca del VIH infeccioso, sino más bien a un desafortunado efecto secundario de una respuesta inmunitaria innata celular que probablemente evolucionó para silenciar el ADN extraño invasivo", dijo Cullen.
Los investigadores descubrieron que una molécula que desactiva la acción silenciadora de SMC5/6 mostraba resultados prometedores como posible estrategia terapéutica, ya que inhibía el establecimiento de infecciones latentes por el VIH. Los provirus reactivados son vulnerables a las respuestas naturales del sistema inmunitario y a los fármacos antirretrovirales.
"Aunque las terapias antirretrovirales pueden reducir la carga viral en los pacientes con sida por debajo del nivel de detección, estos fármacos no consiguen erradicar el VIH-1", afirmó Cullen. "Aunque se ha realizado un esfuerzo considerable para intentar desarrollar terapias que puedan activar el VIH-1 latente y ayudar a las terapias antirretrovirales a eliminar el virus infeccioso del organismo, este esfuerzo no ha logrado hasta ahora identificar fármacos que sean eficaces y no tóxicos. Nuestro estudio representa un paso potencialmente importante hacia la consecución de este objetivo"
"Está claro que la comprensión del mecanismo que da lugar a la latencia del VIH-1 puede aportar información sobre cómo se pueden reactivar los provirus latentes del VIH-1 y luego destruirlos", dijo Cullen.
Además de Cullen, los autores del estudio son Ishak D. Irwan y Hal P. Bogerd.