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¿Qué es el equilibrio? Terapia física y vestibular
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Trastornos del equilibrio
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1. El buen equilibrio se da a menudo por sentado
El buen equilibrio se da a menudo por sentado. A la mayoría de las personas no les resulta difícil cruzar un camino de grava, pasar de la acera al césped o levantarse de la cama en mitad de la noche sin tropezar. Sin embargo, cuando el equilibrio está deteriorado, estas actividades pueden ser extremadamente fatigosas y a veces peligrosas. Los síntomas que acompañan a la inestabilidad pueden ser mareos, vértigo, problemas de audición y visión, y dificultades de concentración y memoria.
2. ¿Qué es el equilibrio?
El equilibrio es la capacidad de mantener el centro de masa del cuerpo sobre su base de apoyo (Figura 1). Un sistema de equilibrio que funciona correctamente permite a los seres humanos ver con claridad mientras se mueven, identificar la orientación con respecto a la gravedad, determinar la dirección y la velocidad del movimiento y realizar ajustes posturales automáticos para mantener la postura y la estabilidad en diversas condiciones y actividades. El equilibrio se consigue y se mantiene gracias a un complejo conjunto de sistemas de control sensoriomotor que incluyen la entrada sensorial de la visión (vista), la propiocepción (tacto) y el sistema vestibular (movimiento, equilibrio, orientación espacial); la integración de esa entrada sensorial; y la salida motora a los ojos y los músculos del cuerpo. Las lesiones, las enfermedades, ciertos medicamentos o el proceso de envejecimiento pueden afectar a uno o varios de estos componentes. Además de la contribución de la información sensorial, también puede haber factores psicológicos que alteren nuestro sentido del equilibrio.
Figura 1 - Ejemplo del centro de masa en equilibrio y fuera de la base de apoyo (inestable - la persona se caerá).
3. Información sensorial
El mantenimiento del equilibrio depende de la información que recibe el cerebro de tres fuentes periféricas: los ojos, los músculos y las articulaciones, y los órganos vestibulares (Figura 2). Estas tres fuentes de información envían señales al cerebro en forma de impulsos nerviosos desde unas terminaciones nerviosas especiales denominadas receptores sensoriales.
Figura 2 - El sistema de equilibrio humano: el equilibrio se consigue y se mantiene gracias a un complejo conjunto de sistemas de control sensoriomotor.
4. Información procedente de los ojos
Los receptores sensoriales de la retina se denominan bastones y conos. Se cree que los bastones están mejor afinados para ver en situaciones de poca luz (por ejemplo, de noche). Los conos ayudan a ver los colores y los detalles más finos de nuestro mundo. Cuando la luz incide sobre los bastones y los conos, éstos envían impulsos al cerebro que proporcionan señales visuales que identifican la orientación de una persona con respecto a otros objetos. Por ejemplo, cuando un peatón camina por una calle de la ciudad, los edificios circundantes aparecen alineados verticalmente, y cada escaparate que pasa entra primero en el rango de visión periférica y luego lo supera.
5. La información de los músculos y las articulaciones
La información propioceptiva procedente de la piel, los músculos y las articulaciones incluye receptores sensoriales sensibles al estiramiento o la presión de los tejidos circundantes. Por ejemplo, se siente una mayor presión en la parte delantera de las plantas de los pies cuando una persona de pie se inclina hacia delante. Con cualquier movimiento de las piernas, los brazos y otras partes del cuerpo, los receptores sensoriales responden enviando impulsos al cerebro. Junto con otras informaciones, estas señales de estiramiento y presión ayudan a nuestro cerebro a determinar dónde está nuestro cuerpo en el espacio. Los impulsos sensoriales que se originan en el cuello y los tobillos son especialmente importantes. Las señales propioceptivas del cuello indican la dirección en la que gira la cabeza. Las señales procedentes de los tobillos indican el movimiento o el balanceo del cuerpo en relación con la superficie en la que se está de pie (suelo o tierra) y la calidad de esa superficie (por ejemplo, dura, blanda, resbaladiza o irregular)
6. Información del sistema vestibular
La información sensorial sobre el movimiento, el equilibrio y la orientación espacial la proporciona el aparato vestibular, que en cada oído incluye el utrículo, el sáculo y los tres canales semicirculares. El utrículo y el sáculo detectan la gravedad (información en orientación vertical) y el movimiento lineal. Los canales semicirculares, que detectan el movimiento de rotación, están situados en ángulo recto y están llenos de un líquido llamado endolinfa. Cuando la cabeza gira en la dirección detectada por un canal concreto, el líquido endolinfático que contiene se retrasa debido a la inercia y ejerce presión contra el receptor sensorial del canal. El receptor envía entonces impulsos al cerebro sobre el movimiento del canal específico que se estimula. Cuando los órganos vestibulares de ambos lados de la cabeza funcionan correctamente, envían impulsos simétricos al cerebro.
7. Integración de la información sensorial
La información sobre el equilibrio proporcionada por los órganos sensoriales periféricos -ojos, músculos y articulaciones, y los dos lados del sistema vestibular- se envía al tronco cerebral. Allí se clasifica y se integra con la información aprendida que aportan el cerebelo (el centro de coordinación del cerebro) y la corteza cerebral (el centro de pensamiento y memoria). El cerebelo proporciona información sobre los movimientos automáticos que se han aprendido mediante la exposición repetida a determinados movimientos. Por ejemplo, al practicar repetidamente el saque de una pelota, un jugador de tenis aprende a optimizar el control del equilibrio durante ese movimiento. Las contribuciones de la corteza cerebral incluyen información previamente aprendida; por ejemplo, como las aceras heladas son resbaladizas, uno debe utilizar un patrón de movimiento diferente para recorrerlas con seguridad, véase la Figura 3
Figura 3 - Sistema de control del equilibrio.
8. Procesamiento de la información sensorial conflictiva
Una persona puede desorientarse si la información sensorial que recibe de sus ojos, músculos y articulaciones o de los órganos vestibulares entra en conflicto. Por ejemplo, esto puede ocurrir cuando una persona está de pie junto a un autobús que se aleja de la acera. La imagen visual del gran autobús en marcha puede crear en el peatón la ilusión de que es él, y no el autobús, quien se mueve. Sin embargo, al mismo tiempo la información propioceptiva de sus músculos y articulaciones indica que no se está moviendo realmente. La información sensorial proporcionada por los órganos vestibulares puede ayudar a anular este conflicto sensorial. Además, el pensamiento y la memoria de alto nivel pueden obligar a la persona a apartar la vista del autobús en movimiento para mirar hacia abajo y buscar la confirmación visual de que su cuerpo no se está moviendo con respecto al pavimento.
9. Salida motora
A medida que se produce la integración sensorial, el tronco cerebral transmite impulsos a los músculos que controlan los movimientos de los ojos, la cabeza y el cuello, el tronco y las piernas, lo que permite a la persona mantener el equilibrio y tener una visión clara mientras se mueve.
10. Salida motora hacia los músculos y las articulaciones
Un bebé aprende a mantener el equilibrio mediante la práctica y la repetición, ya que los impulsos enviados desde los receptores sensoriales al tronco cerebral y luego a los músculos forman una nueva vía. Con la repetición, es más fácil que estos impulsos viajen a lo largo de esa vía nerviosa -un proceso llamado facilitación- y el bebé es capaz de mantener el equilibrio durante cualquier actividad. Existen pruebas sólidas que sugieren que esta reorganización sináptica se produce a lo largo de toda la vida de una persona que se adapta a entornos de movimiento cambiantes.
Esta facilitación de la vía es la razón por la que los bailarines y los atletas practican tan arduamente. Incluso los movimientos más complejos se vuelven casi automáticos con el paso del tiempo. Esto también significa que si se produce un problema con una entrada de información sensorial, el proceso de facilitación puede ayudar a que el sistema de equilibrio se restablezca y se adapte para conseguir de nuevo una sensación de equilibrio.
Por ejemplo, cuando una persona da volteretas en un parque, los impulsos transmitidos desde el tronco cerebral informan a la corteza cerebral de que esta actividad concreta va acompañada adecuadamente de la visión del parque girando en círculos. Con más práctica, el cerebro aprende a interpretar un campo visual giratorio como algo normal durante este tipo de rotación corporal. Por otra parte, los bailarines aprenden que, para mantener el equilibrio mientras realizan una serie de piruetas, deben mantener los ojos fijos en un punto en la distancia el mayor tiempo posible mientras rotan su cuerpo
11. Salida motora hacia los ojos
El sistema vestibular envía señales de control motor a través del sistema nervioso a los músculos de los ojos con una función automática denominada reflejo vestíbulo-ocular (RVO). Cuando la cabeza no se mueve, el número de impulsos procedentes de los órganos vestibulares del lado derecho es igual al número de impulsos procedentes del lado izquierdo. Cuando la cabeza gira hacia la derecha, el número de impulsos procedentes del oído derecho aumenta y el del izquierdo disminuye. La diferencia de impulsos enviados desde cada lado controla los movimientos de los ojos y estabiliza la mirada durante los movimientos activos de la cabeza (por ejemplo, mientras se corre o se ve un partido de hockey) y los movimientos pasivos de la cabeza (por ejemplo, mientras se está sentado en un coche que acelera o desacelera)
12. El sistema de equilibrio coordinado
El sistema de equilibrio humano implica un complejo conjunto de sistemas de control sensoriomotor. Sus mecanismos de retroalimentación entrelazados pueden verse alterados por daños en uno o más componentes debido a lesiones, enfermedades o al proceso de envejecimiento. La alteración del equilibrio puede ir acompañada de otros síntomas como mareos, vértigo, problemas de visión, náuseas, fatiga y dificultades de concentración
La complejidad del sistema de equilibrio humano plantea retos a la hora de diagnosticar y tratar la causa subyacente del desequilibrio. La integración crucial de la información obtenida a través de los sistemas vestibular, visual y propioceptivo significa que los trastornos que afectan a un sistema individual pueden alterar notablemente el sentido normal del equilibrio de una persona. La disfunción vestibular como causa de desequilibrio ofrece un reto especialmente intrincado debido a la interacción del sistema vestibular con el funcionamiento cognitivo y al grado de influencia que tiene en el control de los movimientos oculares y la postura.
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Fuentes:
1- Asociación de Trastornos Vestibulares: El Sistema de Equilibrio Humano - Una Coordinación Compleja de Sistemas Centrales y Periféricos
2- Instituto Nacional de la Sordera y Otros Trastornos de la Comunicación (NIDCD) - Trastornos del Equilibrio
3- Modelação Numérica do índice de Tinetti e de Berg; 2012; Universidade de Coimbra